lunes, 28 de enero de 2008

Interpretaciones - Múltiples, únicas o no consecutivas.

Me preguntaron el significado de la letra de una canción. Di una respuesta que me pareció genial los primeros cinco minutos, y patética los siguientes tres días así que, como para defender mis dudosas cualidades de “receptor”, dejo este texto. Gracias a todos por los comentarios y en este caso, a Natalia y sus amigos, participes involuntarios de esta farsa.

Saludos.
Sergio.

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La interpretación de una obra artística es un ejercicio de características tan bastas y complejas como puede serlo la obra misma. Empiezo a escribir esto sin entender del todo los datos que me propuse estudiar para el tema o, lo que es peor, malinterpretándolos. Así que ya se imaginarán. Siento decir que no habrá aquí, explicaciones sobre aquellas letras de canciones incomprendidas. Habrá, en cambio, el principio de varias ideas, abandonadas dos párrafos después.

Es evidente que la obra artística plantea un reto para todos nosotros: su correcta interpretación. Pero ¿existe tal cosa? En primer lugar, habrá que decidir que postura adoptamos. Están aquellos que piensan que existe solo un significado “correcto” y otros que suscriben la múltiple interpretación de una misma obra.

El artista crea con un objetivo y aquellos que intencionalmente no se plantean un objetivo, sin quererlo ya lo tienen: el no-objetivo. Las letras de las canciones siempre quieren decir algo y no otra cosa. Ya sea en un lenguaje directo o en metáforas elaboradas, el compositor intentó expresar algo, buscó un efecto, aludió a un tema. Con esto, podríamos alentar la primera teoría: hay un significado único y original y cuando los “espectadores” fallan en leerlo, pues están equivocados.


Veamos lo que dice un texto que encontré por ahí sobre el razonamiento en el arte. Su autor es un tal Shari Tishman, de la Universidad de Harvard.

“El interpretar una obra de arte es explicar lo que ésta significa. El razonamiento sobre el arte significa el tratar de construir buenas interpretaciones. Para esto debe prestarse mucha atención a lo que nos dicen nuestros ojos y sentidos acerca de la obra de arte, y pensar cuidadosamente sobre dichas observaciones”.

Y sigue así, elaborando un manual de cómo interpretar racionalmente el arte. Este pascual (jajaja a veces disfruto mucho escribiendo en esta página) quiere defender la múltiple interpretación y hace exactamente lo contrario. A ver: si existe algo así como una “buena” interpretación del arte, eso quiere decir que hay algunas interpretaciones “mejores” que otras. Y por lo tanto, hay UNA interpretación que será mejor que todas las demás. La original del artista. Es cierto que cuanto más instruido esté una persona, más sustento tendrá su teoría interpretativa, pero eso no la hace correcta.

¿Será que no hay interpretaciones correcta, sino individuales?

Llegamos a la segunda teoría, ciertamente más popular que la primera. Existen múltiples interpretaciones para una obra y si bien habrá algunas más fundamentadas que otras, difícilmente pueda hablarse de “correctas”. Esta línea de razonamiento está más probada. Cada persona que ve algo distinto en una misma obra, la ratifica.

Diálogo de la película “El Mediador”:

- Me gustó Shane.
- Si, Shane está bien, aunque prefiero los Westerns que terminan con el héroe vivo. Como Río Bravo.
- Creo que te equivocas de película. Shane vive. Al final, lo ves alejándose y ese chico, Brandon De Wilde, lo llama: “Shane, Shane, regresa!”
- Bueno, lamento que sea yo el que te da esta noticia, pero Shane muere.
- Nunca lo ves muerto. Estás suponiendo!
- No, es un error común. En la toma final se desploma de su caballo. Shane no voltea cuando lo llaman porque no puede. Está muerto.
- Se desploma porque está herido. Desplomado no es muerto.
- Supongo que sos de las personas que creen que Butch y Sundance también sobreviven. Aunque no los ves muertos, en la última toma ves que la casa donde están está rodeada y que la balacera está por comenzar.

No es posible decir quién tiene razón. Aún cuando pudiéramos localizar al autor, creo que su opinión tampoco serviría de mucho. Es que soy de la idea de que cuando un artista “lanza” su obra al mundo, pierde el control sobre ella y debe sufrir la “prostitución” de su sentido original en manos de millones de clientes. Por eso los artistas son reacios y contestan de mala gana cuando se les pregunta “que quiso decir con esta u otra cosa?” Porque saben que ya no importa. La obra habló por sí sola, y él no tiene poder alguno sobre los que escuchan.

Además, los rastros de un autor en la obra no son siempre voluntarios. Puede que el artista se exprese en esa obra, pero también puede ser que se oculte, que engañe o que deje señales que ni el mismo pretende dejar, involuntarias. Una canción de amor puede provenir de un compositor enamorado, pero también de otro que fue abandonado y quiere tapar de alguna manera su desesperada situación. Y lo que nosotros vemos como un “canto al amor” es la obra de un desamorado. ¿Cómo es posible encontrar una interpretación correcta en esta maraña?

Debo decir que mis actos suscriben esta teoría, pero mis deseos buscan la primera. Encuentro mucho placer en releer libros una y otra vez o volver a ver viejas películas. En cada lectura o visionado, tomo significados diferentes, mensajes distintos, palabras nuevas y giros desconocidos. Me dejo sorprender cada vez y este acto de ingenuidad me produce un placer inmenso. Me vuelvo a asustar y a emocionar, pese a saber el resultado. Mi pequeño engaño al paso del tiempo. Solo por un instante, aquel lector fuerte e intrigado se fusiona en una confusa imagen con este lector ya malherido y desengañado. Y por unos instantes, no se sabe cual es cual. El placer es doble: volver a sentir las viejas sensaciones y crear nuevas al mismo tiempo.

Aún así, la idea de un significado original me carcome el cerebro. Se que por ahí, dando vueltas, está el verdadero sentido que quiso transmitir el artista y cuando creo haberlo obtenido, lo defiendo a muerte y no tolero fácilmente las contradicciones.

Como verán hablé a favor de las dos teorías. Para justificarlo, me remito a la metodología de una de mis materias-enemigo de la facultad: la semiótica. Allí vemos como se separan dos campos de estudio bien definidos: la producción y el reconocimiento. Y todos los estudios semiológicos se realizan bajo el siguiente precepto: no se pueden estudiar los dos al mismo tiempo. Puede hacerse un análisis sobre las condiciones de producción o sobre las de reconocimento, pero nunca de ambas. Porque no hay un efecto causal: “como el mensaje fue tal, la respuesta del que lo recibe va a ser tal otra”. No funciona así. Se puede estudiar la producción (el área más extensa) o sea, el mensaje, el medio, etc. Pero no se puede incluir en ese estudio, el efecto que tendrá en el receptor. Esto es motivo de otro análisis más complejo, porque incluye elementos que no tienen que ver solo con el mensaje. Hay factores psicológicos, históricos, etc. Es mucho más complicado teorizar la recepción.

Simplificando: por un lado se estudia una obra, su autor, los elementos que tomó para la realización, etc. Por el otro, los efectos de esa obra. Ambos son “válidos” (si se quiere usar esa palabra): la intención del mejor de los artistas y la interpretación del más obtuso de sus receptores que, dentro de su ignorancia, será tocado por la magia del arte.

Pero aún así, aliento la búsqueda del supuesto significado verdadero, aunque este no llegue nunca. Me gusta creer que una obra no termina cuando pretendo haberla entendido. Después de todo, y como dijo Descartes, “hay que creer en lo que todavía no es demostrable. Y para hacerlo, hay que desconfiar del propio razonamiento”.


Y para que vean que esto puede ser tomado con humor, les dejo a otro “incomprendido”. Jajaja nos vemos.


martes, 22 de enero de 2008

Artistas vendidos - El que arroja la primera piedra.

Hoy viene un poco distinta la mano. Hace unos meses me encuentro de pelea en pelea por algunos foros y páginas en relación a los "artistas vendidos". En particular, con el ya antiguo pero todavía (al parecer) polémico pase de Alejandro Dolina a Radio 10.
Primero mando (editada, por espacio) una entrevista a Dolina realizada en la revista "Veintitres" por los periodistas Gonzalo Sánchez
y Agustina Rabaini. Después, alguna que otra opinión de quien escribe, muy a favor del Negro, como verán.
Mucha Suerte y gracias por todo.

PD: Ah! Mejoré algunas cositas del blog, espero que agraden. La imagen que abre la página no es otra que la constelación de Escorpio, en la que se destaca (con un halo de color rojizo) mi querida Antares, lugar desde donde me llega la inspiración para estas páginas (será una estrella con altos volúmenes gaseosos).


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–Veintitres: Es el comienzo de una nueva etapa.
–Dolina: Creo que sí. Pero no es un cambio catastrófico. Por empezar hay una modificación en el staff, hay una modificación en nuestros hábitos de tiempo que, en algún caso por casualidad y en otro por cálculo, me parece que le da al programa un contenido más variado, más ágil y más cuidado en lo que se refiere a la estructura de cada bloque. Me voy a explicar: nosotros tenemos que cumplir en nuestro programa horarios más estrictos con los noticieros, es una radio más ordenada. Esto al principio parecía una limitación molesta, pero finalmente causó el siguiente efecto: nosotros estamos conscientes de en qué momento del desarrollo conceptual o humorístico estamos.
–¿Esto quiere decir que después de un tiempo largo descubrió algo nuevo, algo que hasta ahora no había experimentado en radio?
–No tanto como eso. Estoy haciendo lo de antes.
–¿Pero usted cuánto cambió?
–Cambié, pero no catastróficamente. Yo no he cambiado por haberme cambiado de radio. Yo he cambiado en estos años.
–¿Por qué usa la expresión “catastróficamente”?
–Porque hay cambios que son cataclísmicos. Se produce una rajadura en la tierra, de golpe hay destrucción y nueva construcción. Ese es un cambio violento, drástico y decidido. Los cambios que se producen en este programa en general se perciben a lo largo del tiempo. Como casualmente aquí hubo un cambio de emisora que implicó también cierto cambio en el personal, por ahí hay algunas cosas que se notan más.
–Justamente, el cambio de emisora es lo puntual aquí porque la mudanza a Radio 10 generó muchos comentarios.
–Comentarios del mundo mediático, que parece haberse instalado de golpe en la fiscalía del universo. Los contenidos del programa son los mismos de siempre. Y yo he estado en muchas radios, ninguna de las cuales estaba gerenciada por la madre Teresa de Calcuta. Los empresarios son empresarios. Ustedes mismos trabajan para un empresario. Yo también trabajo para un empresario y eso no quiere decir que yo sea su socio o su compañero de conspiración. Lo único que yo he hecho en todas las radios es buscar una excelencia que no me ha sido gratuita. Yo podría ser mucho más próspero de lo que soy (levanta la voz) si hubiera aceptado cosas que los mismos medios que comentan mi cambio de radio no comentan de otros. Un tipo que ejerce la estupidez durante veinte años, en un medio cualquiera, sigue siendo un estúpido por más que lo haga en un medio políticamente correcto. Yo trato de huir de la estupidez y puedo decir que he estado durante muchos años en distintas radios tratando de hacer lo mejor que mi modestísima dotación puede. ¿Cómo se entiende que cada tipo que venga acá a mi casa me pregunte por Radio Diez? ¿Son todos santos y los de Radio Diez son todos ladrones? ¿Por qué no lo publican directamente en vez de hacer tanto eufemismo? Por qué no dicen: “¿Por qué está usted en una radio de fascistas?”. ¿Por qué no lo dicen? Porque no se atreven a decir en esos medios lo que ellos mismos piensan internamente. Y además le voy a decir una cosa: ¿sabe lo que es el fascismo? Es juzgar a la gente no por su responsabilidad personal sino por la pertenencia a un grupo. Entonces cuando un tipo es judío, es negro o pertenece a una clase social que no es la que está en el poder, ese tipo es culpable aunque no haya cometido ningún delito o desliz. Eso es fascismo. Yo estoy trabajando en una radio que lo único que significa para mí es una frecuencia en el dial donde me pueden encontrar. Significa también mejores condiciones de trabajo. No más plata. Mejores condiciones de trabajo que las radios progresistas no me dieron nunca. Aprovecho para decirlo. Y significa también un mayor respeto al público porque salgo por una emisora que se escucha mejor, que recibe al público en un salón que le cuesta 20.000 pesos por mes y lo pagan. Lo pagan por respeto al público. No me la llevo yo esa plata, es un dinero que va destinado a atender mejor a la gente. Las radios progresistas atienden donde pueden tarde y mal.
–¿Radio Diez es una radio fascista?
–Si fuera una radio fascista yo no estaría allí. En todo caso, ¿qué es una radio fascista? ¿Una radio donde alguno de los conductores es fascista? No lo sé eso.
–¿Eduardo Feinmann qué es?
–Bueno, yo no lo escucho porque no forma parte, naturalmente, de mis santos. Pero tampoco soy su cómplice. Hablemos, si usted quiere, de otras radios.
–Pero en cuanto a la línea ideológica. Radio Diez tiene una línea ideológica, clara, concreta, particular…
–Una radio no tiene una línea ideológica, una radio no es un club ni un movimiento conspirativo que presuma una conducta homogénea de quienes participan. El que vende Coca Cola, vende Coca Cola, no es un agente del imperialismo yanqui. En todo caso, si es una radio fascista, allí estaremos nosotros para hacer antifascismo como lo hemos hecho siempre y para defender el pensamiento libre, el pensamiento crítico y la inteligencia. El que dude de eso, que escuche el programa, a ver de lo que hablamos.
–¿El público de Radio Diez es un desafío nuevo, diferente?
–No nos engañemos. El público es el de Dolina de siempre.
–¿Cree que el público de Dolina, en todo caso, acepta el cambio de radio?
–Algunos sí y otros no.
–¿Y eso cómo le cae?
–Me produce una gran perplejidad porque se supone que si, por un lado, son partidarios de la libertad de conciencia y, por otro lado, juzgan que resulta un acto fascista el poner el dial en un número determinado, eso me parece una superstición, por favor. La radio es un acto mecánico, es la selección de una onda. Después, que ellos comercialicen esto de un modo homogéneo está bien, pero no hay ninguna obligación de que yo tenga que compartir el ideario ni de Feinmann ni de ninguna de las personas que están o estaban en Radio Continental, en Radio Mitre, en la Rock & Pop, en ninguno de los otros lugares. Yo no estoy de acuerdo ni con estos tipos ni con ninguno de los otros. Y si yo tuviera que estar en una radio totalmente a mi gusto y adaptada a mi forma de pensar, la verdad es que tendría que comprarme una.
–Los periodistas a veces tenemos ese problema. Nunca estamos en concordancia con los dueños de…
–Yo tengo la suerte, que no tienen algunos periodistas, de poder hacer lo que me da la gana.
–¿Con Hadad cómo se lleva?
–Lo conozco a él, lo conocí, lo saludé y es un tipo muy correcto pero yo qué sé lo que hace.
–¿Hablaron alguna vez de las diferencias ideológicas que hay entre ustedes?
–No, en absoluto. Es más, la reunión que tuve fue muy protocolar. Yo hice mis arreglos con otras personas, no con él. Fue todo muy correcto. ¿Qué me va a decir? “Hágame el favor, defienda a la derecha.” No funcionan así las cosas, muchachos. Funcionan de un modo peor a veces. Hay medios que cacarean progresismo y que en realidad trabajan de un modo distinto y además tienen una conducta empresaria absolutamente canallesca.
–¿Su partida de Continental tiene que ver con eso?
–Mi partida de Continental tiene que ver con conflictos estrictamente laborales y no ideológicos. Yo nunca tuve ninguna instrucción en ningún aspecto.
–De todos modos estas situaciones de estar en terreno escabroso, minado, conflictivo…
–Yo creo que es mentira eso, no es un terreno conflictivo. A los medios les resulta interesante que esto parezca conflictivo. ¿Qué raro? Parece que todo el mundo puede cambiar de radio menos yo. ¿Por qué no le hacen la misma pregunta a Rolando Hanglin? ¿Por qué me la hacen diez veces a mí y ninguna a él? ¿Cuál es el asunto? Yo sé cuál es el asunto, pero no se los voy a decir. No quiero contribuir a aquello a lo que me estoy oponiendo.
–Está identificado como un referente del libre pensamiento, su público es progresista…
–Y lo soy.
–¿Usted se define como progresista?
–Si tuviera que definirme, lo aceptaría. Contestar esa pregunta es aceptar sus términos. Yo no me defino.
–¿Por que no le gusta que lo encasillen?
–No, el progresismo parece también, especialmente en la Argentina, un grupo de personas que tienen ideas supuestamente avanzadas en todo aquello que no toque ningún privilegio.
–¿Dónde se para ideológicamente entonces?
–Donde estuve siempre. Podría definirme como alguien que está cerca de las izquierdas pero también como alguien que comprende que la libertad es un punto que no se debería negociar. Y por lo general, cuando tenemos proyectos colectivos muy fuertes, aparece de algún modo lesionado el individuo. La experiencia, la historia de las izquierdas en estos últimos años obliga a un replanteo. Y yo creo que, como tantos que han creído a veces con cierta ingenuidad en algunos proyectos utópicos, que han creído en el socialismo, que han creído en la Argentina del peronismo, estamos en un momento en el que aquellos sueños no han sido reemplazados por otros. Pero si quieren que les diga en pocas palabras todo esto, les voy a decir que si bien soy un hombre de izquierdas y simpatizo con las causas más populares, me parece que las utopías nos conducen a veces por el rumbo incierto de los tomates. Como dice el pensador barcelonés Jorge Wasenberg, lo mejor son utopías pero que no duren dos mil años sino que puedan irse modificando conforme a las circunstancias históricas varias.

–¿Esto de tener que explicarse en esta radio es un camino difícil para usted?
–No. Esto no es más que la consecuencia de cierto grado de estupidez mediática.
–¿Qué es lo que más felicidad le da en este momento de su vida, en esta etapa?
–Yo diría que hay tres puntos: el amor, los afectos de los hijos y la inteligencia.
–¿Y el paso del tiempo?
–El paso del tiempo es lo que me impide gozar de las tres cosas que le acabo de nombrar.
–¿Le molesta?
–Me impide disfrutar cada segundo. Cada felicidad que vivimos es irrecuperable. Y más cuando uno llega a una edad en que ha perdido mucho. Que se han muerto algunos. Se han muerto muchos mayores, se han muerto maestros. Evidentemente comienza lo que uno llamaba el sentimiento trágico de la vida, que de todos modos yo lo tengo desde los quince años. No es una cuestión de edad. Pero con la edad, el paso del tiempo se hace patente. A los dieciocho años, uno es inmortal. Alguien tuvo la mala idea de obsesionarme con este asunto y entonces no pude disfrutar de la inmortalidad ni siquiera cuando lo era. Ahora que pasa el tiempo, el temor a la vejez tiene características de inminencia. Sin embargo, me parece a mí que esta finitud que tenemos, esta esclavitud del tiempo, es el precio que debemos pagar por el amor.

–Lo llevo a un tema del pasado que salta en el archivo: su apoyo a Ruckauf…
–Bueno, eso fue un error. Un error mío. Pero los que me criticaban también se equivocaron. Yo me equivoqué con Ruckauf, pero me parece que mucha más gente se equivocó y mucho más feo con De la Rúa, así que… todos nos equivocamos.
–¿Sus ideas entraron muchas veces en contradicción con estas cosas? Digo: Ruckauf, las radios, los medios de comunicación, las radios, en su época, los milicos.
–¿A qué se refiere?
–A haber hablado alguna vez con Ruckauf, a estar ahora…
–Déjense de joder. Yo trabajaba en la revista Humor cuando muchos de ustedes estaban escondidos debajo de la cama. Así que váyanse al carajo. Y qué me querés decir, yo nunca estuve cerca de nada. ¿Qué me querés decir? Fijate bien en los archivos. Por ahí encontrás de dónde vengo.
–En Radio El Mundo, cuando todavía estaba manos de la Marina, ¿es probable?
–No. Yo no trabajé durante la dictadura. Ese era otro, eh. En la dictadura trabajé pero en Humor, que no estaba intervenida por los militares. Ustedes son muy piolas para preguntar pero resulta que muchos de los tipos que me vienen a preguntar boludeces estaban escondidos debajo de la cama. Así que mi respuesta es váyase al carajo. Yo estoy harto de todo esto. Yo soy un tipo de lo más decente que puede encontrar y que me venga a preguntar si alguna vez estuve hablando con Ruckauf… ¡Dejate de joder! ¿Por qué no preguntás quién soy yo y cuántos amigos me mataron?
–No es nuestra intención ofenderlo. Estamos preguntando.
–Rechazo la pregunta y mi respuesta es váyase al carajo. Terminamos la nota. ¡Me venís a faltar el respeto! ¿Qué soy yo? Andá a la mierda, loco.
–Lamentamos que se pongas así.
–Pero cómo querés que me ponga, a mí me venís a decir, a mí que tengo muertos en la familia, me venís a decir: “¿Cómo sintió usted sus contactos con radios intervenidas por los milicos?”.
–Sólo se lo estamos preguntando…
–Lo estás preguntando mal. ¿Pero cómo no me voy a enojar? Toda la nota ha sido una demostración de fascismo y de intolerancia. A ver: ¿por qué mierda me cambié yo a la Radio diez? ¡Porque se me dio la gana!


Ahí está. Pasemos por alto alunos inconvenientes "técnicos" de los periodistas, como los datos no chequeados (el pequeño "desliz" de Radio El Mundo) y otras cositas. La verdad me parece injusto criticar a un artista o periodista (cualquiera sea el caso) por los pecados de quienes lo contratan. Lo más probable es que cada uno de nosotros tengamos un jefe o trabajemos en una empresa y no nos gustaría ser culpados o cargar con la responsabilidad de sus actos. Por trabajar para alguien, yo no aplaudo sus dichos, ni firmo sus palabras.

Alguno de los que critica a Dolina sigue escuchando el programa?
Eso es lo primero que deberían hacer para fundamentar una crítica como la de "vendido". Dolina no cambió. El programa sigue siendo tan “progre” (o lo que fuera) como antes. Tal cual.

Grandes pintores hicieron obras para gente muy reprobable, Papas y reyes incluidos, y no por eso dejamos de admirar sus obras. ¿Alguno de ustedes dejó de leer a Borges cuando se enteró que le tiró flores a Videla durante la dictadura? Si por el hecho de trabajar en una radio de Hadad eso significa que Dolina “transó” con la derecha, entonces hay que impugnar a todos los periodistas que trabajan en medios, que son de Telefónica, o de Clarín, o de Manzano, o de Spolsky o del Gobierno. Y de paso, a todos los artistas subvencionados. En todo caso (y siendo que el programa no cambió), me parece mucho más importante hacer progresismo dentro de una radio de fachos. Yo no se cuantos conductores de radio critican a otros conductores de la misma emisora (como hizo Dolina con Feinmann), pero no son muchos.

Yo me considero un tipo de izquierda, pero se que alguien es facho por el programa (en este caso) que hace y no por el medio en que trabaja. Vamos, que el medio NO es el mensaje!!! Escuchen el programa. Si de verdad piensan que ahora Dolina habla desde la derecha, les doy la razón. Pero no creo que puedan.


PD: Me parece de cagón sacar la nota en tapa... sepan disculpar.

lunes, 7 de enero de 2008

Los Reyes Magos - Creer o reventar


Pasaron los Reyes Magos y dejaron un comentario más en Ecos desde Antares. Como siempre, se agradecerá cualquier tipo de comentario.

Para todos los que han cuidado su comportamiento durante el año pensando en el posible regalo de los Reyes, va dedicado este comentario. Sobre todo, para aquellos que esperando mucho, recibieron muy poco.
Sepan amigos, que solo los malvados saben que no recibirán nada y critican las esperanzas de los benevolentes, que nunca están seguros si su buen comportamiento alcanzó para algo.


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¿Cómo es la historia clásica de los Reyes Magos? Dice que cuando nació Jesús, en Belén, llegaron desde el Oriente a Jerusalén (gobernaba Erodes) unos magos que preguntaron donde estaba el rey que acababa de nacer. Dijeron que en medio de su viaje, habían visto una estrella que marcaba su nacimiento y los guió hasta allí. Llegaban para adorar al nuevo poderoso.

Comenzó entonces, la investigación de los “Refutadotes de Leyendas” que dura hasta hoy, desarrollada probablemente en Nacional Geographic. ¿Se había visto una estrella? ¿Dónde, cómo, cuándo?


Las estrellas, como se sabe, duran centenares de millones de años. Pero hay algunas que son muy grandes, super-estrellas, que pueden alcanzar (como para tener una idea) diez veces el tamaño del sol. Dentro de la constelación de Orión, por ejemplo, está Betelgeuse, cuyo diámetro varía de los 419 a los 580 millones de kilómetros, lo que la convierte en una de las estrellas más grandes que se pueden observar. Si Betelgeuse estuviera situada en el centro de nuestro Sistema Solar, su radio incluiría las órbitas de Mercurio, Venus y la Tierra. Estas estrellas, no mueren despacio como otras de segundo orden (la vida mínima puede ser de tres millones de años, la máxima de 50. De hecho, el color rojizo de Betelgeuse muestra que ha agotado ya la mayor parte del combustible nuclear que le proporciona su energía por lo que se encuentra al final de su vida). Muy rápidamente, gastan toda su energía, colapsan y se convierten en una Super Nova. En el milenio que terminó hace poco (o mucho), se alcanzaron a registrar cuatro nacimientos de Super Novas.


¿A que viene todo esto? Es que es muy posible, que los Reyes Magos hayan visto una Nova. Hubo una detectada y registrada en el año 11 antes de Cristo y si se tiene en cuenta los estudios que marcan que el cálculo de su nacimiento está mal hecho (dicen que Jesús podría haber nacido algunos años antes de lo que creemos), podría avalarse esta teoría.

Los cientificistas estarán saltando en una pata. Tranquilamente alguien podría comentarles que la divinidad creo una Nova para marcar el nacimiento del Rey. Yo no creo. Más bien me parece los dos acontecimientos ya estaban previstos y estaban previstos para el mismo día. Ya se sabía que una estrella iba a explotar el mismo día del nacimiento de Cristo, el mismo día que los Reyes iban a estar de viaje, etc. En este sentido, prefiero seguir la creencia islámica, en la cual el milagro en sí, no es necesario. En un argumento de sencillez notable, para el Islam el milagro no es necesario puesto que la divinidad, para ser tal, debe ser perfecta y no necesita de milagro alguno. Es más, el milagrero suele estar mal visto porque viene a “develar” un plan que de todos modos ya estaba en marcha y no necesitaba de él (algún día haré una charla de esto). La cadena causal de acontecimientos ya estaba creada de antemano y no se necesitaban “milagros” o “modificaciones” de última hora.


Volvemos. Erodes se asustó y juntó a todos los sabios para preguntarles donde podía ser el nacimiento. Todos le dijeron Belén. Habló con los Reyes y les encomendó la tarea de “averiguar” que pasaba con ese supuesto Rey. En realidad, quería liquidarlo.
Pero los Magos, que no eran giles y además tenían ayuda, fueron advertidos en sueños de estos planes y no volvieron a Jerusalén. Después de entregar oro, incienso y mirra a Jesús, regresaron a Oriente pero por otro camino, lejos del poder de Erodes.


Algunos no creen. No ponen zapatos ni pasto en algún rincón de la casa. Opinan, siguiendo a Freud, que no hay que alimentar las ilusiones en los niños para defraudarlos luego. Repito una serie de preguntas que le escuché a Dolina una vez “¿Qué hay que hacer entones con las ilusiones? ¿Dejarlas morir de inanición? ¿En que momento empieza el entrenamiento del niño en lo que es la ‘vida real’? ¿Al año, a los dos años? ¿Cuándo empezamos a dejarlos solos merced a que eso es lo que les va a pasar en la vida? ¿Estos padres que no alimentan mitos y leyendas son los mismos que después no se animan a hablar con sus hijos sobre sexo?”

Las personas que niegan ilusiones, risas, fantasías y leyendas solo porque después la vida cruel las refutará, me parecen totalmente equivocadas. Justamente, porque en la vida no se van a encontrar todas esas cosas, es por lo que hay que alimentarlas. ¿Qué necesidad hay de desengañarse? ¿Por qué esa obsesión por la verdad policial en cuestiones de afectos? Desde luego uno no puede vivir solo de fantasías, pero se me hace infinitamente cruel subsistir sin ellas.

Es más. Me animaría a decir que esta conducta va en contra de la naturaleza humana. Creo que todos, incluso los más incrédulos, piden un deseo cuando soplan las velas de la torta de cumpleaños o se esfuerzan para atrapar un panadero en medio de una calle desierta y cuando nadie puede verlos. Pero se les ha enseñado a olvidar para no sentir dolor y a refutar para no ser desengañados.

El desengaño me parece un precio justo a pagar, a cambio de creer y fantasear. Es mucho mejor eso, que la banalidad de los modernos hijos del diván.