Buenas. Nuevo comentario salido de milagro para el blog. Como de costumbre, se agradecerán opiniones, saludos o lo que venga.
Un fuerte abrazo a todos.
Sergio
------------------------------------------------------------------------------
Todos aquellos que esperan un milagro, aunque más no sea uno de cuarta categoría, no deberían estar leyendo esto. Pero para aquellos desafortunados que se quedaron sin internet justo con esta página colgada (y de paso, para aquellos que hayan visto sus libros quemados por un repentino fuego) y no tienen más remedio, digamos algo de los milagros.
Unos post atrás (ya podría decir unos años atrás) mencioné que el islam ve con muy malos ojos a los milagros. Creen que un milagro viene a adelantar de manera “buchona” algo que de todos modos ya iba a pasar. Es que el concepto de milagro se choca de pleno con el de una deidad perfecta. La perfección, no necesita milagros, que vendrían a funcionar como “correctivos” de una situación in-perfecta. Para los musulmanes, la belleza de Dios se expresa en el orden de las cosas, un orden que se interrumpe con un milagro.
En realidad, el milagro es, filosóficamente, el exagerado énfasis de una creencia determinada. La propia definición de “fe” implica una ausencia total de pruebas. Es decir, creer en algo con las pruebas, no es tener fe (esto acerca el concepto de fe al de amor, me parece). En tal sentido, el milagro es por lo menos superfluo. Aquellos que sienten una fe verdadera en, digamos, los ángeles, no necesitan ver uno. El propio Martín Lutero decía que los milagros podían ayudar para convencer, pero que resultaban innecesarios una vez que la fe había quedado establecida.
Cuenta Voltaire:
Con el paso del tiempo, se comienza a creer que la divinidad abandona el procedimiento del milagro. Sin duda fruto del avance de la ciencia y la razón. Ya con leer la biblia basta para darse cuenta. El Viejo Testamento tiene milagros, ángeles e historias increíbles en cada versículo. En el Nuevo, hay cada vez menos.
Volatire afirmó que el tiempo de los milagros había terminado. Que ya no debían esperarse resurrecciones ni retrocesos del sol ni la multiplicación de panes.
Hoy nos quedan los milagros ingenuos o mejor dicho, las personas ingenuas, a quienes yo quiero mucho (por ser parte de ellos), pero que ya me tienen bastante podrido con las ideas del “milagro de cada amanecer” o “el milagro del vuelo de las mariposas”. Aquellos que ven milagros en cualquier cosa. El punto central de un milagro es su carácter inusual. El milagro no es un amanecer, sino que un día no amanezca.
Me parece que el tema va por aca.
“Lo hago para acostumbrarme al rechazo. Lo hago para acostumbrarme a una tierra sin milagros”.
El problema es el desdén. Creer en base a los preceptos de la modernidad, que hemos alcanzado el sumun de la comprensión universal. Lo que tengo para decir es esto: siempre habrá dioses. Y es conveniente darse cuenta que creer en Osiris no es distinto que creer en el psicoanálisis en cuanto a sistema de creencias (repito, en cuanto a sistema de creencias). Porque esos mecanismos (los de creer, los de la fe) siempre funcionan de la misma manera y SIEMPRE acompañarán al ser humano. La ciencia no reemplaza la fe…simplemente, crea su propio mecanismo: la fe en la ciencia.
Algunos de nosotros sospechamos que nada prodigioso ocurrirá, pero no dejamos ni un segundo de sentir el dolor que genera esa falta de milagros. Todavía no renuncié (del todo) a ellos, porque me parece renunciar a la esperanza. Esta última es, básicamente, el deseo apasionado de presenciar algo fuera de toda lógica. Y convengamos que todos hemos visto cosas fuera de toda lógica, no tan directas como un fantasma, ni tan ingenuas como un amanecer.
Así que sigamos esperando. Aguardando por esa limosna imposible.