miércoles, 14 de noviembre de 2007

Hybris – Los límites del vicio y la libertad de prohibir

Hola! Sale el tercer comentario. Una vez más, agradezco a todos los visitantes de la página y espero leer sus comentarios. Una saludo muy grande a todos.

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En la vida diaria de una persona, son muy pocas las ocasiones en que la razón es relegada y las acciones se realizan considerando otros aspectos. Nos gusta creer que no es así, que son millones las veces que elegimos con el corazón, usando los sentimientos, pero en realidad (y por suerte) son muy pocas. Una de ellas responde a los vicio o los excesos. ¿Que nos mueve a excedernos en algo, cuando sabemos que no deberíamos?

En la antigua Grecia, se andaban con mucho cuidado de cometer excesos. Actuaban, pensaban, opinaban, vivían y morían con todo tipo de precauciones para no pasarse de la raya. Y tenían una palabra clave para designar esta actitud: Hybris.

La hybris alude a un orgullo o confianza exagerada en uno mismo, resultando a menudo en un merecido castigo. Una falta de control sobre los propios impulsos. Bertrand Russell decía que la sabiduría convencional griega había sido siempre sabiduría de los límites. Por ejemplo: la innovación política debía respetar la costumbre; la discusión moral debía respetar la tradición, la religión debía continuar con los usos del pasado y el conocimiento no debía profanar a los dioses. La violación de estar normas era la hybris: desmesura y tentación de lo absoluto.


Desde luego los griegos fueron tan innovadores por haberse opuesto un poco a esta normativa, pero no obstante, vivían pendientes de ella. La mitología griega esta repleta de giros dramáticos concernientes a la hybris. Cuando un relato se topa con la frase “era tan hermosa que…” o “su fuerza era incomparable”, ya sabemos que algo malo va a pasar. Porque ser tan hermosa o tan fuerte era una demasía que de una manera o de otra, iba a ser castigada, sobre todo si los bellos y fuertes protagonistas alardeaban de su condición. Claramente, había en los griegos un desprecio por la desmesura. Por el mismo motivo, no toleraban los vicios: morir borracho era una ofensa no por el hecho de tomar, sino por haberse excedido y perder el control. Ese control era, para ellos, un motor fundamental en la vida de las personas.



En psicología se indica que en la desmesura hay una vuelta a la perversión porque termina transformando lo que es el “placer” en “goce”, una etapa que está más allá del placer mismo y se vuelve totalmente perjudicial ya que pone en riesgo la vida en cuanto nos aleja del deseo y nos acerca al dolor. Como en los griegos (vamos, que no solo usaron a Edipo como base de sus teorías) aparece un castigo por haber cometido una desmesura. No se si prefiero un rayo de Zeus o la tarifa de otra consulta.

A ver si coinciden conmigo. Un exceso o vicio consiste en un “olvido conciente” de nuestra propia mortalidad. Racionalmente, es inapropiado: un vicio acorta nuestra vida en la tierra y daña la calidad de la misma. Pero ¿y qué? Si de todos modos no podemos controlar la muerte, más vale olvidar todo el asunto y hacer lo que uno quiere ahora mismo. Hasta acá, todo bien.

El problema está en que no solo la muerte escapa de nuestro control. De hecho, no podemos controlar casi nada. Y me gusta pensar que las pocas, poquísimas cosas que si manejamos, es la capacidad de poner límites. Vamos a usar una metáfora: un señor está mirando un partido de ajedrez y no conoce las reglas, pero por los movimientos, puede ir conjeturándolas. ¿Cómo las entiende? Porque esas reglas “definen” un partido de ajedrez no por lo que permiten hacer, sino por lo que prohíben hacer. Hay muchos partidos posibles dentro de las reglas del ajedrez, pero ninguno en el que el peón retrocede casilleros o la torre se mueve en diagonal. Quiere decir que lo que existe, existe gracias a las prohibiciones y a las imposiciones (límites).




El derecho es igual. No existen leyes (o mandamientos para el caso) permitiendo cosas, sino prohibiendo e imponiendo cosas. Prohiben matar a alguién, no permiten "dejar vivo" a ese alguien.






Que quiero decir con esto? Que el control sobre nuestra vida reside en los límites que nos imponemos y en las prohibiciones que establecemos para nosotros mismos. Ahí está el poder sobre la propia existencia: delimitar el campo por el que transcurrirá la vida. Siempre hay algo que no voy a hacer, algo que no voy a permitir que me hagan. Marcar ese punto del que no quiero avanzar no coarta mi libertad; no me dice como tengo que vivir, sino hasta donde puedo/quiero llegar.

El vicio, el exceso, la demasía, quitan ese control. Eliminan la capacidad de prohibición de una persona: no solo se borran los límites autoimpuestos: se pierde el poder de decisión para dibujar esos límites. Y en definitiva, como pensaban los griegos (y por eso le tenían tanto miedo) los excesos convierten en esclavo al protagonista, que ya no puede definirse en nada, ni siquiera en su propio punto de quiebre.

En este mundo de locura, apuesto a tener el mayor control posible sobre mi mismo, mis límites y mis decisiones. ¿Qué más me queda? Y si alguna ves la pifio (como ya pasó, pasa y seguro pasará), lo mínimo que puedo hacer es no alegar “delirium tremens”.



8 comentarios:

Anónimo dijo...

Sr. Rosetti, por suerte no sabe uno cuando irá de la mano de lo apolíneo y cuando de lo dionisíaco.
Slds. Pablo

Sergio dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Sergio dijo...

Hola Pablo. Excelente aporte el suyo. Y efectivamente, no se puede saber (¿ni elegir?) cuando representamos una tragedia de Apolo o de Dionisio. Supongo que viajamos eternamente entre estas dos costas, sin decidir (palabra clave) entre una u otra. De todos modos y para seguir con esta estúpida metáfora, me reconforta pensar que soy el timonel de mi barco (aunque como alguien que vive un vicio, debo decir que no siempre lo soy).
Un saludo grande y gracias por el comentario.

Sergio dijo...

EL COMENTARIO SUPRIMIDO DE MÁS ARRIBA ES MIO. INTENTABA HACER UN COMENTARIO Y LA COMPUTADORA ESTALLÓ (o algo así). SALUDOS.

Anónimo dijo...

Este blog es un vicio!

Que trabajo. Esta excelente.

Siempre pense en leer algo de N.Chomsky esta bueno Hybris para empezar.

Edipo rey y Edipo en colono son excelente historias. (no hace falta que lo diga yo, pero estan muy buenas).

El ajedrez es un pasatiempo genial. Uno se distrae y aplica la logica por un tiempo en un tablero delimitado.

Creo que permanentemente somos irracionales. I think...

Die

Sergio dijo...

Eh! Como va! Que este blog es un vicio? No se que pensar. Me llena de responsabilidades. jeje.
En cuanto a Chomsky (aclarando que ni de cerca soy un experto) yo recomendaría sus libros políticos. Los de lingüística son otra historia, aunque también aconsejables a los que les interese el tema.
Para el ajedrez, si recomiendo decididamente "El Ocho" de Katherine Neville.
Y finalmente, en cuanto a lo de permanente irracionalidad, no se.... Creo que somos más racionales de lo que nos gusta creer y además, que solemos ser irracionales en el momento menos oportuno. Lo mejor sería un punto en el medio ¿no?
Nota aparte: ¿no te parece que sería igual de aburrido ser enteramente racional o completamente irracional?
Amigo, muchas gracias por el comentario. Un abrazo grande.

Anónimo dijo...

Hola Sergios!!
Muy bueno el texto.
También me gustó mucho el anterior, sobre el Ouroboros.
Espero el próximo, amigo!
Y a ver cuando nos vemos (esto también va para el nuevo Pater Familias).
Abrazos!!
Lucas

Sergio dijo...

Hola! Muchas Gracias amigo. Nos vemos pronto, creo. El próximo comentario ya está casi listo. El lunes se sube. Un abrazo.