miércoles, 24 de diciembre de 2008

Detalles - El placer minimalista.

Bueno prometí una entrada antes de navidad y aquí está. Les deseo a todos una muy feliz navidad.

Un abrazo grande.

Sergio.

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En 1874 aparecieron una serie de artículos sobre pintura italiana en una revista alemana de historia del arte. Estaban firmados por un erudito ruso desconocido hasta el momento llamado Iván Lermolieff aunque unos años después, el autor verdadero se confesó como Giovanni Morelli (nombre conocido para aquello que estudien Semiótica). En esos artículos, se proponía un nuevo método para reconocer falsificaciones. Y el método provocó una fuerte polémica. 

Morelli sostenía que los museos estaban llenos de pinturas atribuidas de manera errónea. Es decir, que se decían de un autor, pero en realidad correspondían a otro. Para descubrir a quién pertenecía en realidad una pintura (y por lo tanto se estaba mal atribuida) o si era una falsificación,  Morelli sostenía que había que dejar de considerar las características de  estilo mas importantes de un artista  ya que, precisamente, esas eran las más imitadas y practicadas por los falsificadores. En cambio, el estudio debía centrarse en los detalles menores, esos que son pasados por alto pero que, analizados con cuidado, también marcaban el estilo de un artista. Lóbulos de las orejas, uñas, forma de los dedos de los pies, etc. Y en un libro, recopiló todos estos detalles y los catalogó por autor. Con ese método realizó docenas de descubrimientos y malas “asignaciones” en los museos de Europa.

El método fue muy criticado. Se lo tachó de mecánico, de positivista y con el tiempo, cayó en desgracia. Los libros de arte de Morelli eran muy engorrosos y estaban llenos de ilustraciones de orejas y manos en vez de obras completas y a los estudiantes y  expertos no les agradaba. Sin embargo, este estilo influyó y mucho en otros dos médicos bastante importantes.

1) Sir Arthur Conan Doyle: El autor de Shelock Holmes construyó uno de los personajes más importantes en la literatura mundial en base a su capacidad para, precisamente, descubrir estos detalles y a partir de allí, resolver misterios imposibles para los demás.

En “La caja de cartón” le envían a una señora dos orejas cortadas y se las dan a Holmes para ver que hacía de ellas.

"Holmes contemplaba atentamente el perfil de la señora. Por un instante fue posible leer en su rostro sorpresa y satisfacción”. Más tarde, le dice a Watson: “Usted como médico sabe que no hay parte que varíe tanto en el cuerpo humano como la oreja. Por regla general cada oreja es distinta. Imagínese mi sorpresa cuando al mirar a la señorita Cushing me di cuenta que su oreja se parecía a la enviada en la caja. Sin duda, se trata de la oreja de un familiar muy próximo”. 

2) Sigmund Freud: El amigo Freud escribió infinidad de artículos defendiendo a Morelli (sin saber que era Morelli. Seguía pensando que era Lermolieff). “Supe que un crítico ruso, Iván Lermolieff, prescindió de la impresión de conjunto y prestó atención a las minucias”, expuso en uno de ellos. La esencia de las teorías freudianas está aquí mismo: pequeños gestos, equívocos, errores o expresiones que vienen a “delatar” otra cosa más compleja.


Es que Morelli, como Freud después, proponían un método interpretativo que se basaba en la consideración de lo marginal y supuestamente irrelevante, como un “indicio” revelador. Los detalles llevaban a la interpretación de un todo general. Para Freud eran “síntomas”, para Doyle, “pistas” y para Morelli “rasgos pictóricos”. Y para los semiólogos, bueno, estamos es su salsa. Ferdinand de Saussure también se tomó de esta teoría para comenzar a idear su “signo”.

 

Vemos detalles todos los días. Al tratar una enfermedad, tratamos un síntoma, signos que den cuenta de una patología. Para la ley, somos detalles, huellas digitales, ADN o “marcas distintivas y  tatuajes” que dan un indicio de nuestra persona toda. Lo que nos permite ser distinguidos de otro miembro de la misma especie, es el detalle.

Somos detalles, nuestra individualidad surge de ellos. Lo que nos enamora son detalles, milímetros únicos e irrepetibles, segundos imposibles de reproducir en serie, palabras justas impronunciables por alguien distinto. Lo que nos motiva al odio o al enfado también son detalles que para los demás pueden llegar a ser ridículos.

 

El fenómeno global parece tratar de aniquilar los detalles. Son los detalles los que nos hacen diferentes y complicados para los que quieren vender exactamente lo mismo para todos. Si no hubiera detalles, sería muy fácil convencernos a todos a pensar de cierta manera. La rebeldía es un detalle, una pequeña diferencia que hay que cultivar toda la vida.

Es difícil en estos tiempos, pero no debemos pasar por alto los detalles. No hace falta ser ni Sherlock ni Freud para notarlos. Vale la pena detenerse en ellos, meditarlos, estudiarlos y gozarlos.

Porque el resto, es todo lo mismo.

 


viernes, 5 de diciembre de 2008

Música - Mala, Buena o Mejor

Hola! Perdón por el descuido de la página. Pero bueno, funcionando de nuevo.

Espero dejen algun cometnario, pa inflar el ego nomás.

Muchos saludos.

Sergio

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La primera noción que conviene sacarse de encima cuando se discute este tema es la de la democrática subjetividad de lo que es “bueno” y lo que es “malo”. Esa idea que se expresa como “lo que es bueno para algunos es malo para otros”, “sobre gustos no hay nada escrito” o “si lo compran millones por algo será”.

Estas ideas nos alejan de una verdad ineludible: efectivamente hay buena música y mala música. Pretender que esto es una cuestión solo de gustos es esquivarle al tema.

En primer lugar, y solo para empezar a escarbar en el tema, se puede decir que hay música compleja y música elemental. La cantidad de elementos que se utilizan para la composición de una pieza musical es variable: pueden ser muchísimos y pueden ser poquísimos (lo mismo que en otras obras artísticas). EN GENERAL (importante esto) las músicas elementales son además, pobres. Pertenecen al mundo de la industria y su propio carácter elemental las hace fácilmente recordables. Son las que se venden mayoritariamente y las que tienen más uso/ganancia para el mercado que explota un público no preparado para una obra más compleja.

Esto es lo que se llama por comodidad “la música”, pero no es más que una forma elemental de ella.

 

Esto no quiere decir que todo deba ser complejo. Hay piezas relativamente sencillas que poseen una gran belleza y hay, desde luego, obras complejísimas que son muy malas. El tema es que lo sencillo se disparó de una manera avasallante. Lo sencillo incluye hoy por hoy, melodías de tres notas. Las melodías de tres notas no solo son elementales y pobres, son una porquería.

 

Entonces para empezar, tenemos que hay música compleja y música que no lo es. Solo con esto, ya comenzamos a anular la idea de que en el arte solo existen las opiniones subjetivas y los gustos dispares. Me parece que esa noción es auspiciada por aquellos que tienen muy poco que ofrecer. Aquellos que al no poder elaborar música compleja, reclaman para ellos el mismo prestigio y los mismos derechos que alcanzan las cumbres de la complejidad musical.

Avancemos. La música es un arte combinatorio, cercano a las matemáticas, pero que además nos conecta a través de esas relaciones, con un mundo de sugerencias, un mundo espiritual y metafórico para llegar al cual, tanto el músico como el que escucha DEBEN DAR ALGUNOS PASOS.

 Hay que hacer algunas tareas, hay que poner un poco de esfuerzo.

Para leer El Quijote hay que saber leer y hay que saber leer el castellano. Eso ya es un trabajo. Pero si además, el que lee está familiarizado con la literatura, con las estructuras de las obras, con los estilos de la época y si además entrena su emoción, su inteligencia, su razón, su perspicacia y lo aplica a lo que está leyendo, entonces disfrutará muchísimo más del Quijote que, por caso, un marinero noruego recién bajado del barco.

 

Yo creo que si uno se toma el trabajo de prepararse de esa manera, de realizar ese entrenamiento (y no estoy hablando de hacer cursos de literatura o cursar filosofía y letras. El grado de esfuerzo queda en cada uno), podrá disfrutar mucho más de la música que aquel que golpea el pie contra el piso ante cada “PUM-PUM” y mueve la cabeza para arriba y para abajo. Esa es la reacción menos musical de todas: la reacción del tam-tam. La más primaria y elemental de todas, aquella utilizada por el hombre cuando comenzaba a desentrañar el significado de la música.

 

Y aquí ya estoy hablando de la “música” electrónica y de los “músicos” que la interpretan (vuelvo a mencionar la preparación que también es necesaria por parte del artista). Y no está mal: yo también reacciono de esa manera ante ese estímulo. REPITO: NO ESTA MAL. Lo que digo es que si uno comienza a avanzar un poco más, solo un poco, va a dejar de mover el pie y mover la cabeza. Porque la música es algo más que golpes, que reacciones espasmódicas casi involuntarias ante un estímulo primario.

Si avanzamos un poquito mas, vamos a darnos cuenta de la colección enorme de emociones que despierta una música apenas más compleja o elaborada. Eso sí, tenemos que tomarnos el trabajo.

 

Por eso se vende más fácil. Porque lo elemental no requiere trabajo ni de quién lo produce ni de quién lo incorpora. Pues yo creo que ese trabajo es lo que diferencia la buena música de la mala. ¿La música electrónica, es música? Si lo es, pero es la más elemental, la menos elaborada, la menos preparada, apenas el primer acercamiento.

La música no es una discusión jurídica. Hay diferencias y las admito. En algún punto el gusto juega a favor o en contra. Y entiendo a quienes me dicen que dentro del género de la electrónica también hay música buena y mala.

 

Lo que podemos hacer es intentar avanzar y aspirar a llegar un poco más alto. Digo….¿Nos conformamos con lo elemental? ¿No queremos algo más?


PD: Excelente lo de Capusottto con DJ Marmota. Noten la introducción: “Muchos artistas descubren que gracias a la tecnología, es una idiotez estudiar música, cuando en realidad se puede usar la música de otros que estudiaron y se rompieron el culo”. Y después: “No se pongan a estudiar instrumentos. Hoy la computadora te hace todo”.

Más claro, imposible.